Hace tiempo oí en el radio una frase que me llamó mucho la atención:
«Mas vale quedarse con la boca cerrada y parecer tonto que abrirla y despejar toda duda.»
De entrada suena muy sabia y hasta un poco graciosa, pero si pensamos un poco al respecto esta actitud suele meternos en muchos problemas innecesarios.
¿Cuantas veces hacemos mal las cosas porque no nos atrevimos a preguntar como hacerlas por miedo a parecer tontos?
¿Cuantas veces nos hemos lastimado por no saber la técnica para correr en bajadas, como calentar y estirar adecuadamente y muchas otras cosas por el estilo que no nos atrevemos a preguntar por miedo a que otros corredores nos consideren «novatos» por no saber algo tan simple?
A mi por lo menos me ha pasado, me pasa, y estoy seguro que me seguirá pasando muy seguido.
Estamos tan obsesionados con mantener nuestra imagen ante los demas que con tal de «salvar cara» cometemos toda clase de tonterías. Ponemos manos a la obra con seguridad y aplomo aunque no tengamos la mas mínima idea de lo que estamos haciendo… y por lo general acabamos haciendo un ridículo aun peor que aquel que pretendíamos evitar.
¿Se imaginan lo sencilla que podría ser nuestra vida y la cantidad de problemas que podríamos ahorrarnos si tan solo dejáramos de prestarle tanta atención a lo que los demás piensen o dejen de pensar de nosotros y nos arriesgáramos a parecer tontos por un segundo y preguntar en vez de quedarnos callados y demostrar con hechos que lo somos?
La próxima vez que tengas miedo de hacer el ridículo ante los demás si preguntas algo, solo recuerda que TODOS, incluyendo a los expertos, comenzamos como principiantes.
Nadie salió del vientre materno con toda la experiencia y conocimientos necesarios para hacer cualquier cosa «pre-instalados» de fábrica, y fue gracias al apoyo y consejos que los demás les dieron en respuesta a sus preguntas que los que hoy llamamos expertos llegaron a donde están.
Así que, cuando tengas alguna duda, recuerda aquella frase popularizada por Eugenio Derbéz;